30 de noviembre de 2007

Contando las horas


Te has colado en mis palabras toda la tarde. Tu nombre ha estado todo el día enredado en mi boca, como tú en mi cabeza dando vueltas. Mi pequeña, eres tan frágil, tan hermosa, estás tan llena de luz...que se me encoge el corazón cuando tiemblas o sollozas. No quiero que tu cuerpo sufra, y menos aún si no puedo cuidarte dándotelo todo de mí. Necesitaba oírte y estar segura de que tu fortaleza interior empezaba a despertar cuando tú empezabas a dormir. Ahora estoy aquí, necesitando tu bien para poder conciliar el sueño yo y siento esa extraña sensación de falta mezclado con tristeza por tu ausencia.
Sólo quedan dos...para que vuelvas. Ojalá las horas pasen rápidas, tan ávidas como mis ganas, como mis ansias por estrecharte y que el tiempo se detenga por nosotras...

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