Son las tres de la mañana, y yo pienso en tu cuerpo. Tú dormirás, ajena a mis pensamientos, soñando entre sueños. Recuerdo el olor de tu piel llenando mis sentidos, tus manos recorriendo mi deseo, tú, encima, debajo, al lado...amándonos una y otra vez, sin saciarme nunca de tus besos. Me enciendo recordándote, tengo una enfermedad que se escribe con tu nombre tras la palabra amor. Te anhelo aquí, como cada noche y en cada soledad que se me clava en el alma. Pensar en separarme de ti me da ganas de llorar, me escuecen los ojos y se me rompe el corazón si se escribe la palabra adiós en el aire. No sé por qué esta ansiedad ahora que es cuando más te tengo. No lo sé, mi niña, pero quizá es que a cada minuto te amo un poco más, y me acecha la idea de perderte...que sería perder mi vida, todo de un plumazo.
No sé por qué me asaltan estos temores, si tú me dices que me quieres y yo lo creo, y yo lo siento en cada caricia, en cada palabra tuya. Pero me tiembla el alma, esta absurda imagen de tu ausencia infinita.
No me escuches, no me hagas caso. Sólo ámame como lo haces. Y llévame a las estrellas...
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