A veces me asalta un miedo intenso, que se apodera de mí y me deja sin sentido. Como pesadillas, ante mis ojos pasan imágenes que me hacen estremecer. Entonces, angustiada, en la boca un sabor amargo y sonido de tragedia, te busco, te encuentro. Me escuchas, me hablas, tu voz me acaricia, sonrío, todo deja de temblar, quizá se tambalee un poco más, pero pronto acabará el vaivén. A veces me asaltan las dudas, los fantasmas me atacan. Acudo a ti, me lleva mi corazón sin pensar demasiado en las consecuencias; quizá mi pavor te dañe a ti, quizá mis palabras sean duras...quizás no sea yo misma.
Esta necesidad de ti es más fuerte que cualquiera de mis intentos de voluntad o resistencia. Yo te necesito, y no sabes cuanto. Siempre hablando de mí...no dejo de hablar de ti...cada vez siento que soy más tú, me siento menos frágil y a la vez, en la distancia, más sola que nunca.
Son la cara y la cruz de una moneda juguetona, que cambia sin cesar, que me confunde muchas veces. Pero hay cosas de las que jamás dudo. Como de que eres la persona más especial del mundo...o, al menos (siendo más objetiva...), la sonrisa más preciosa del universo...
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