¡No me dejas concentrarme!
De repente te mezclas entre mis papeles desordenados, naciendo del caos para llevarme al cielo quedándome suspendida, en un hilo, pensando en ti, soñando con que estás en la cama mirándome y puedo lanzarme sobre ti y besarte con todo el deseo que se acumula dentro de mí.
Ay, tienes ese misterioso poder de romper mis esquemas y transformar mi paz en confusión cuando quieres, y traerme la gloria en el mismo infierno.
Te admiro y te amo, gracioso, ¿no?; tienes todo de mí: eres mi musa, mi luz y tienes mi corazón...
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