12 de octubre de 2007

Una




Me he pasado el día sumergida en una extraña nada. Después de una noche eterna, tu voz me depertó. A ella llevo todo el día aferrada para intentar sonreír. Te he echado tanto de menos, las horas han pasado lentas y aburridas, tu recuerdo ha estado conmigo en el sofá, entre las mantas, en las imágenes que mis ojos han visto en la pantalla, en lo que he pensado, en lo que he escrito. La necesidad de tenerte me apretaba en el corazón. Y me siento un poco triste, en uno de esos días grises con falta de luz (con falta de ti), en los que cualquier excusa es buena para llorar un poco y no querer salir de tu pequeño espacio. Ahora me voy a pasar la noche lejos de ti, una vez más. Pero me alivia pensar que cuando llegues, me escucharás desde esta pequeña ventana y, pensarás en mí, y quizá también desees que estemos juntas. Deshaces mi melancolía con tu existencia, tierna y anhelada. No sirve de nada decirte cuánto te adoro, pero compartimos odiseas parecidas, llenas de ausencia mutua y repleta de ansiados sueños, donde ni el tiempo, ni la distancia nos separa. Estamos unidas en la oscuridad, y te encontraré siempre, más tarde o más temprano, porque, al fin y al cabo, sólo somos una...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y aunque seamos una y sepamos todo una de la otra, cada día me sorprendes con algo nuevo y especial. Te echo de menos, y creo que si no estuviese a tu lado, nada tendría sentido, porque le das importancia a todo.

Te amo, mi locura(K)