Desvelo

Es tarde. Duermes, lo sé. Y yo, aquí, desvelada, pensando en ti sin poder evitarlo. Tu recuerdo me acompaña en esta noche extraña, donde se mezcla el olor en ti en mis manos y la luz que me hace anhelar el calor de nuestra complicidad nocturna. Te necesito para poder descansar y, aunque mi cuerpo me pida a gritos que me abandone entre las sábanas, tú no estás entre ellas y sin ti, sólo siente el frío del colchón vacío. Puedo contarte que he escrito sin parar, miles de frases que no me he parado a pensar; que han resonado en mis oídos canciones sin mucho sentido, para tratar de alejarte un rato de mi mente y así poder darle un respiro a mi cansada cabeza, que no se sacia de ti. Todos los esfuerzos van a dar a nuestro último beso, a dadme, de pleno, diciéndome que faltas y a echar de menos la sonrisa que hace escasas horas me iluminaba hasta la noche más oscura. Ni yo sabía que te quería tanto, ni que era capaz de amar cada detalle como lo amo. Manejo palabras grandes para decir grandes verdades, pero siguen siendo pequeñas para ti, mi pequeña y escurridiza estrella, que hoy sollozaba desganada, dulce, tenaz. Es tarde, muy tarde. Pero nunca para susurrarte las cien tonterías que se me vienen a la boca para intentar que la alegría brille en tu carita redonda. Eres tan bonita, y yo, que me creo lista, tan tonta. ¿Cómo me has atrapado?, ¿cómo me tienes tan loca...?