15 de octubre de 2008

Especial

Te quiero, esa es la verdad. Te quiero casi de manera incondicional. No sé si desde el primer instante que te ví, pero sí sé que ya es para siempre.
Cuando tengo miedo, más te quiero. Y me aferro a la seguridad que me dan tus besos, a la tierna nostalgia de tu recuerdo.
Es extraño, no sé hablar de lo que siento pero puedo escribirlo.
Tú te desquicias porque crees que es por culpa tuya que yo ando mareada, sin norte, porque no le pongo nombre a lo que me hunde. Es complicado, no te creas, es un proceso largo que se realiza con los ojos cerrados, alejándote de todo, viajando al fondo de tu silencio. Por el día no lo entiendo bien, por la noche me adentro en el abismo de mis temores más inciertos. Sé lo que me pasa, es lo mismo de siempre, me siento cobarde, mentirosa, siento tanto miedo que mi cuerpo entero se paraliza, hasta mis pensamientos se congelan en el vacío. Entonces, como si flotara en una agobiante burbuja, me salvas con la idea de tu existencia. Tengo que seguir sonriendo porque tú eres mi sonrisa, tengo que dar un paso más porque vale la pena vivir gracias a tu amor.
Si finalmente desgarramos el mundo, arrancamos los árboles, matamos al sol y contaminamos tanto nuestro aire que respirar sea una utopía, si finalmente decidimos que el futuro es una sombra errante que no tiene principio ni fin, si, por desgracia, nos rendimos ante la adversidad y nos volvemos necios e intolerantes...si el caos nos devora y la inmensidad de nuestros errores nos hace culpables de nuestro destino, yo veré la luz en tus ojos, caminaré en tus pupilas, saborearé tu nombre y amaré cada una de tus suaves caricias. Porque tú me salvas, aunque ni siquiera me abraces. Y sé que quizá no lo entiendas, a pesar de que pongas todo tu empeño. Eres tan celestial que dudo que muchos de los problemas más terrenales puedan llegar a ti. Yo soy demasiado cotidiana, demasiado excéntrica hasta para mí misma.Pero te amo y eso me hace especial.

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